Comemos lo que las bacterias quieren
La flora bacteriana que habita en nuestro intestino puede manipular la conducta alimentaria, es decir que, posiblemente nuestros antojos gastronómicos no responderían realmente un deseo propio sino una demanda alimentaria de las bacterias hospedadas en nuestro intestino.
Departamentos médicos y psicológicos de distintas universidades de EE.UU, publicaron en el 2014 un interesante artículo sobre los microbios dentro del tracto gastrointestinal manipulando el comportamiento alimentario a través de distintas estrategias. El objetivo de generar estos antojos es obtener alimentos que estos microbios necesitan comer o en los que están especializados, o suprimir aquellos que no les gustan y que favorecen a sus competidores.
Tenemos más bacterias que células en el intestino que son capaces de generar toxinas que cambian nuestro estado de ánimo, pueden modificar los receptores del gusto alterando el sabor de los alimentos, además pueden cambiar la producción de hormonas de saciedad y sabotear una amplia variedad de sustancias químicas que actúan en la transmisión de impulsos cerebrales (neurotransmisores) (Alcock, Maley, & Aktipis, 2014)
La obesidad, la ansiedad, la depresión, los cambios de ánimo, y enfermedades neuropsiquiátricas que son muy características dentro de los trastornos alimentarios, han sido ampliamente estudiadas en relación a la flora y se pueden encontrar en ciencia como una alteración del “eje intestino – cerebro” (Gut Bain Axis).
La Neurólogo Natasha Campbell – Macbride en su libro “síndrome del intestino y la psicología” explica como las alteraciones en la salud intestinal y sus microbios repercuten en nuestra capacidad de producir y absorber ácidos grasos, vitaminas, entre otras muchas sustancias, además pueden desregular nuestro sistema inmune, metabólico, la producción de energía y todo ello por supuesto cambiar la conducta y el carácter; esta autora propone muchos tratamientos para enfermedades tan importantes como el síndrome de hiperactividad y el autismo en los niños basándose en cambios en la conducta alimentaria y repoblar flora intestinal.
Existen intervenciones muy variadas descritas por muchos científicos tan diversas como el trasplante fecal (introducir heces en el intestino), tomar probióticos (suplementos con bacterias beneficiosas), comer alimentos fermentados con bacterias, tomar prebióticos (fibras que alimentan a la flora), entre otras, que logran cambios en la conducta e incluso la remisión de enfermedades.
Si analizamos que los microbios que habitan y conviven con nosotros superan los 2 millones de genes y lo comparamos con los 22 000 genes humanos, es fácil de entender que estos trillones de microorganismos puedan alterar todas las funciones de nuestras células.
Referencias:
Alcock, J., Maley, C. C., & Aktipis, C. A. (2014). Is eating behavior manipulated by the gastrointestinal microbiota? Evolutionary pressures and potential mechanisms. Bioessays, 36(10), 940–949. http://doi.org/10.1002/bies.201400071
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